La inteligencia artificial (IA) se ha convertido en un tema central en la sociedad actual, generando tanto interés como desconfianza. Este miedo no es nuevo: recuerda a la revolución industrial o a la resistencia al uso de tecnología durante la pandemia.
Gran parte de esta desconfianza proviene del desconocimiento, los estigmas que circulan en internet y el temor al reemplazo laboral. Sin embargo, la IA ya forma parte de nuestra vida cotidiana y seguirá expandiéndose, por lo que rechazarla no detendrá su avance.
El reto está en usarla de manera ética y crítica. En la educación, más que prohibirla, se trata de enseñar a utilizarla como apoyo para generar ideas y fomentar la creatividad. En el ámbito laboral, puede ser un recurso útil siempre que no se limite a copiar y pegar información sin análisis.
Asimismo, es clave proteger los datos personales y mantener una actitud responsable frente a la información que la IA ofrece, ya que no siempre es completamente confiable.
En conclusión, el miedo a la inteligencia artificial debe transformarse en una invitación a adaptarnos y aprender a usarla conscientemente, convirtiéndola en una aliada para el conocimiento y el desarrollo humano, en lugar de verla como una amenaza.
